viernes, 23 de octubre de 2009

laurelia sempervirens

Con el silencio empezado, yendo al borde de las baldosas y sin pisar línea, el piso mojado. El valle extenso, los patios del poblado condimento de las viejas. Laurel para quererse en la cocina. Laurel de emperadores descalzos. Te conocía de otros días y no puedo evitar pensar en lo que el viaje depare, la ansiedad de encontrar respuestas, elegir una hoja correcta, un gajo de tus brazos y poder perfumar un estante, cualquier biblioteca, algún reflejo mas. Hablemos otra vez, árbol aromático, volvamos al preludio del deposito y digamos, con los contornos puntudos, lo que queríamos decir en la infancia.

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