martes, 22 de abril de 2008

malus doméstica

Ya sabemos. Hay más flores que hombres. Digo, hay más hombres por florecer que flores por caminar. En fin. Quién pudiera acercarse a la luna y cerrarle los ojos... La noche ayer fue inmensamente iluminada, el satélite menguando quizás sea más complejo que el satélite completo. El último calor asomaba por la ventana. No dormir. Contener la respiración, las bocanadas de pensamiento como un río. Los hombres se desvelan y los árboles dan frutos. En el mismo momento. Ayer la luna menguante secaba las cascarillas de los frutos de nuestro árbol para que los insectos no los habiten mas de lo necesario. Ayer los hombres giraban en sus lechos y la luna secaba sus gargantas ya habitadas por insectos. Así es este árbol. Las flores blancas ya vueltas frutitas están al instante de finalizar su cosecha. Son hermafroditas, con un cáliz de cinco sépalos y numerosos estambres amarillos. Quién pudiera amanecer al mismo tiempo que el sol para ver dorar las manzanas. Árbol para disfrutar debajo.

lunes, 21 de abril de 2008

bétula péndula

Los hombres recorren las veredas. Los árboles se desnudan y bailan en la mañana. Una ráfaga de cenizas. Hay polvo gris en la ciudad. Es el polen de los volcanes aledaños que por los vientos ha llegado a nuestros cielos. La ciudad se erosiona cada vez más seguido por los agentes externos que llegan en viejos carros. Los diarios advierten leyendas viejas y publican grandes guisos de información. Los pasajeros del engranaje se pasean con el atuendo indeciso propio de la época. Antes los hielos que azotaban la calle, luego los hermosos cometas, más tarde la nieve y otra vez la lluvia. Los gigantes hacen de esta una ciudad que despierta sólo cuando la besa el cielo. Así es este árbol... Su corteza frágil se deshace al tacto. Cuando uno era niño, era inevitable asociarla a las cáscaras de la cebolla. Sus hojitas como el as de pick y sus semillas al viento como pequeños fideítos de una sopa esparcida por el suelo. Hermosos.